Mientras estaba en tratamiento para superar la bulimia, hace ya muchos años, comprendí que lo que mejor describía mi sensación interna era la de tener un monstruo dentro. Un bicho enorme que se apoderaba de mí y anulaba mi fuerza de voluntad. Una vez que él tomaba el control me sentía completamente enajenada y a su merced. No había forma de pararle. Sin siquiera darme cuenta ni ser consciente de las consecuencias que tendría, le dejé entrar. Poco a poco fue ganando terreno y haciéndose con el mando.
Comprender esto me ayudó a distanciarme de la adicción. Pude distinguir entre mi monstruo y yo; comprender que cuando me lanzaba a la comida compulsivamente era él quien actuaba y dominaba mis actos.
Pude ver claramente que no era contra mí contra quien tenía que luchar, sino contra él. Tuve que librar cientos de batallas antes de ganar la guerra, pero finalmente le he derrotado para siempre.
Comparto este trocito de mi historia porque sé que te sentirás identificado.
La adicción no eres tú
Es un bicho que se te ha colado dentro y que no quiere salir. Es verdad que tú le has dejado entrar, quizás sin darte cuenta de ello; pero tú no eres ese bicho, tú no eres la adicción, tú no eres la enfermedad. Tú eres mucho más.
Y vamos a apelar a esta otra parte de ti, la parte sana, la que quiere sentirse libre para poder luchar contra el monstruo y vencerle.
A veces ocurre que, como llevas tanto tiempo conviviendo con él, ya no distingues entre tú y él. Recordemos que tiene una función, una razón de ser: te ayuda a evitar que sientas y que afrontes cosas que, al menos hasta ahora, no has podido afrontar de otra manera.
Pero ha llegado el momento. Lo primero que necesitas es tomar la decisión de que realmente quieres vencerle.
Identificar al monstruo
Probablemente sientas que hay una guerra librándose en tu interior entre tu monstruo y tú. Identificarle te ayudará a saber contra qué debes luchar. Librarás muchas batallas. A veces ganará él, a veces tú. Pero si mantienes la decisión y la intención de ganar, tarde o temprano, lo harás. No importa las batallas que debas librar, ya sean diez, cien, o mil; pero si persistes finalmente vencerás. Él irá perdiendo poder y cada vez se debilitará más. No es la pérdida de una batalla lo que nos puede hacer fracasar en nuestro objetivo de vencer al monstruo, sino la falta de fuerza para levantarnos y volver a luchar.
Una vez identificado, sabes que no es contra ti mismo contra quien tienes que luchar, sino contra el monstruo. Así, al colocarlo fuera de ti, puedes anticiparte y decidir utilizar otras estrategias que le impidan tomar el control. Porque si lo hace, será mucho más difícil recuperarlo. Si el monstruo coge el timón difícilmente podrás parar el atracón.
Adriana Rubinstein Agunin
Psicóloga y directora del Centro Tiban
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quiero ese ejercicio!!
Hola Elena, te hemos enviado el ejercicio a tu correo.
Un abrazo