Tu Hijo/a Adolescente y los TCA : Señales de Alerta
Por Sheila Pita Falcón
La temprana detección de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) es un elemento de vital importancia, de cara al pronóstico de la enfermedad. De ahí que sea necesario desplegar una labor psicoeducativa, no sólo con los propios adolescentes, sino con los integrantes de los tejidos sociales en los que se desenvuelven. La colaboración de la escuela y la familia figuran como un recurso primario para garantizar la eficacia de cualquier plan preventivo.
En el caso del presente artículo, la información va dirigida, en especial a los miembros del seno familiar, debido a su innegable protagonismo frente a la emergencia de los TCA, ya sea como factor de riesgo, o, por el contrario, de protección. Dentro del cúmulo de autores que abogan por su influencia, encontramos a Cortés-García et al. (2019), Stillar et al. (2023), Frieiro et al. (2021), Chóez y Tejeda (2021).
Desde luego, el origen multifactorial de los TCA, comprende la integración de una serie de variables (además de las familiares): biológicas, psicológicas y socioculturales. Como bien expone Ruiz (2017), su detección envuelve un proceso lento y complicado, puesto que la mayoría de los síntomas son emocionales, conductuales o actitudinales, en lugar de ser físicos u orgánicos. Por lo que es crucial la identificación de señales de alerta que permitan intervenir a tiempo en aquellos adolescentes que tengan esta clase de padecimientos para brindarles todo el apoyo requerido.
En relación a esta introducción preliminar, podría surgir la interrogante:
¿Por qué focalizar el desarrollo de los TCA en la adolescencia?
La evidencia científica apunta que los trastornos de la conducta alimentaria tienden a debutar en la adolescencia, mostrando una incidencia mucho más alta en mujeres que en hombres. Uno de los numerosos estudios, que demuestra esta realidad en el contexto español, fue el llevado a cabo por Dueñas et al. (2015, como se citó en Samatán y Ruiz-Lázaro, 2021), que durante 7 años analizaron la incidencia de los TCA en la población pediátrica. En torno a un 85% de los casos identificados, fueron mujeres con una edad media de debut de 13,5 años.
La marcada vulnerabilidad del adolescente deviene, sobre todo, en los cambios significativos que surgen, tanto a nivel físico como psicológico. El afrontamiento a la transformación de uno mismo, en conjunto a las diversas presiones del grupo coetáneo y la influencia de los estereotipos de belleza actuales articula un escenario más que viable para desestabilizar la percepción del cuerpo y su relación con la comida.
Si bien, el espectro de realidades que abarcan los TCA es muy amplio (incluyendo los trastornos de anorexia nerviosa, de bulimia nerviosa, por atracón y otros), diversas investigaciones como las realizadas por Roth (2020), Ruiz (2017) y Graell et al. (2015) han agrupado aquellos factores que podrían estar advirtiendo sobre la presencia de alteraciones en la conducta alimentaria (independientemente de su tipología). A continuación, es expuesta una síntesis de sus aportaciones más relevantes.
Principales señales de alerta, a tener presentes:
- Preocupación excesiva por el peso y la apariencia (habla constantemente sobre el contenido calórico de los alimentos, las dietas o el ejercicio; mostrando una autocrítica excesiva respecto a su cuerpo).
- Patrones alterados de alimentación (en especial saltarse comidas, ayuno de 12-24 horas o la presencia de vómitos auto-provocados).
- Modificación de los gustos alimentarios: comienzan a tener peticiones especiales, generalmente de productos dietéticos.
- Aparición de vómitos auto-inducidos, o cambio de peso (tanto pérdida progresiva, como grandes o rápidas fluctuaciones), sin aparente causa orgánica.
- Control excesivo y ritualizado del peso corporal de forma repentina, o bien un rechazo absoluto a controlarlo.
- Notable alteración en la velocidad de ingesta (observándose, en su mayoría, un tipo de ingesta muy rápido y voraz en el caso de bulimia nerviosa y excesivamente lento en anorexia nerviosa).
- Uso de ropa holgada (en intento de ocultar los cambios físicos a los demás, y a sí mismo).
- Conductas reiterativas de comprobación del tamaño y forma corporal (midiéndose, probándose distinta ropa u otros métodos).
- Aumento repentino de la actividad física; llegando a instaurar rutinas de ejercicios excesivos y un tanto obsesivos (aun cuando experimenten cansancio o alguna enfermedad).
- El interés creciente (casi compulsivo) por páginas web o redes sociales de dietas, imagen corporal, trastornos de alimentación y temáticas afines.
- Expresión de enfado y posible agresividad al cuestionar su forma de comer, su peso, su imagen corporal o los cambios físicos producidos; al igual que una negación manifiesta (con una fuerte carga emocional).
- Rechazo a socializar con sus coetáneos por pérdida de interés, sentirse diferente o rechazado/a. También es común el establecimiento de relaciones muy competitivas, en las que suele compararse con el resto.
- Oscilaciones del estado de ánimo (con intensa irritabilidad, tristeza, sintomatología ansiosa, etc.), que suele venir acompañado de una elevada dificultad de reconocimiento de emociones.
- Referencias a molestias gastrointestinales, estreñimiento y control excesivo de las excreciones.
- Con la bulimia nerviosa, puede desaparecer la comida, mostrar actitud de ansia ante la misma, y el aumento de la frecuencia de visitas al baño y su duración (tendencia a visitar el baño justo después de comer).
- En la anorexia nerviosa, dicen estar llena pronto y/o nunca refieren tener hambre, no tienden a probar los alimentos que cocinan. Trocean muy pequeño (para seleccionar los trozos que más llamen su atención, según sus propiedades). Pueden optar por incrementar el consumo de bebidas excitantes, chicles o caramelos sin azúcar, como mecanismo para controlar el hambre, y mantener el nivel de actividad.
- El rendimiento escolar suele verse afectado (quienes sufren de anorexia nerviosa, debido a su elevado nivel de autoexigencia y perfeccionismo, revelan una preocupación excesiva en el estudio impulsado por la búsqueda del estándar de excelencia, no sólo en la imagen corporal).
¿Qué hacer si sospechas que tu hijo/a puede estar sufriendo un TCA?
El tema debe ser abordado con sensibilidad, evitando juicios o reproches y acentuando la preocupación por su bienestar. No dudes en buscar ayuda profesional, consultando un psicólogo especializado en TCA, para obtener una evaluación adecuada y posibles tratamientos, en función de las necesidades de su hijo/a. La psicoeducación acerca de las repercusiones del trastorno es fundamental para que el apoyo sea brindado de la forma más conveniente. Recuerda promover una imagen corporal saludable en casa; evitar hacer dietas estrictas o emitir críticas corporales. Constituyen acciones que pueden favorecer la prevención de estos trastornos.
Sheila Pita Falcón
Psicóloga
Referencias:
Graell, M., Villaseñor, Á., & Faya, M. (2015). Signos de alerta en los trastornos de la conducta alimentaria en Atención Primaria. Del nacimiento a la adolescencia. En AEPap ed. Curso de Actualización Pediatría 2015 (págs. 423-30). Madrid: Lúa Ediciones 3.0.
Chóez, L. I., & Tejeda, R. (2021). Influencia familiar sobre los trastornos en la conducta alimentaria y su relación con la obesidad en la adolescencia. RECIMUNDO, 5(2), 376-386. Obtenido de https://recimundo.com/index.php/es/article/view/1085
Cortés-García, L., Hoffmann, S., & Warsch, P. (2019). Exploring the reciprocal relationships between adolescents’ perceptions of parental and peer attachment and disordered eating: A multiwave cross-lagged panel analysis. International Journal of Eating Disorders, 52(8), 924-934. Obtenido de https://doi.org/10.1002/eat.23086
Frieiro, P., González, R., & Domínguez, J. (2021). Influencia de variables personales y familiares en los trastornos de conducta alimentaria. Revista Española de Salud Pública, 95(22), 1-13. Obtenido de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8254675
Image by <a href=»https://www.freepik.es/foto-gratis/mujer-joven-trastorno-alimentario-junto-alimentos-numeros-calorias_20282331.htm#fromView=search&page=3&position=11&uuid=c7cf00a0-ea74-4b9f-b639-662d0951c6df»>Imagen de freepik</a>
Klump, K. L. (2013). Puberty as a critical risk period for eating disorders: a review of human and animal studies. Horm Behav, 64(2), 399-410.
Martínez, D. E. (2022). Influencia de las redes sociales en los trastornos de conductaalimentaria en adolescentes, una revisión sistemática. Universidad César Vallejo.
Roth, I. (2020). Reducir la prevalencia en los adolescentes de padecer Trastornos de la Conducta Alimentaria desde el Centro Educativo. Trabajo de Fin de Máster, Universitat de les Illes Balears.
Ruiz, I. (2017). Señales de alerta para detectar un trastorno de la conducta alimentaria. Instituto de Ciencias de la Conducta, Sevilla.
Samatán, E. M., & Ruiz-Lázaro, P. M. (2021). Trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes durante pandemia covid-19: estudio transversal.
Stillar, A., Merali, N., Gusella, J., Scarborough, J., Nash, P., Orr, E., . . . Lafrance, A. (2023). Caring for a child with an eating disorder: Understanding differences among mothers and fathers of adolescent and adult children. European Eating Disorders Review, 31(1), 87-97. Obtenido de https://doi.org/10.1002/erv.2935
Image by <a href=»https://pixabay.com/users/ottawagraphics-3815775/?utm_source=link-attribution&utm_medium=referral&utm_campaign=image&utm_content=5842706″>Ana Krach</a> from <a href=»https://pixabay.com//?utm_source=link-attribution&utm_medium=referral&utm_campaign=image&utm_content=5842706″>Pixabay</a>
© Todos los derechos de autor reservados. Centro Tiban – Centro de Psicología y Nutrición – Tel.: +34 670610044 – www.centrotiban.es – info@centrotiban.es