Personalidades perfeccionistas y personas autoexigentes:
¿Por qué me exijo tanto y qué consecuencias tiene esto en mí?
Por Carlota Redondo Goikouria
El perfeccionismo es un estilo de la personalidad que se caracteriza por hacer grandes esfuerzos de impecabilidad y establecer altos estándares de rendimiento, lo que se acompaña por una tendencia excesiva de evaluaciones críticas del propio comportamiento y niveles altos de autoexigencia.
En términos generales, lo que caracteriza a una persona perfeccionista y autoexigente es lo siguiente;
- Trabajan con gran dedicación en todo lo que se proponen.
- Esfuerzo extremo por tratar de hacer todo bien.
- Tratan de destacar y ser siempre los mejores en cualquier iniciativa que emprendan.
- Ser exitosos en todas las tareas llevadas a cabo.
- Comprometidos.
- Trabajo al máximo potencial.
- Orden excesivo.
- Baja tolerancia a la frustración y a las críticas.
- Inconformismo.
- Preocupación por los detalles.
- Polarización de los pensamientos.
Según varios estudios, esta disposición de la personalidad se podría diferenciar en dos aspectos principales: los esfuerzos perfeccionistas y las preocupaciones perfeccionistas. Por un lado, los esfuerzos perfeccionistas comprenden aquellas facetas del perfeccionismo que pueden considerarse normales, saludables o adaptativas. Por ejemplo, la búsqueda de la perfección, el perfeccionismo orientado a uno mismo y el alto nivel de exigencia personal. Por otro lado, las preocupaciones perfeccionistas se refieren a aspectos en relación a una inquietud constante por cometer errores, miedo a una evaluación negativa por parte de los demás, sentimientos de disparidad entre las propias expectativas y el rendimiento, así como reacciones negativas de uno mismo y de los demás a la imperfección. Por tanto, no es de extrañar que el propio perfeccionismo se haya asociado con un mayor nivel de autoexigencia, influyendo en niveles más altos de estrés y agotamiento.
¿Como nos favorece el perfeccionismo?
Si eres una persona perfeccionista y con tendencia a ser muy autoexigente, es probable que hayas conseguido muchos objetivos de los que te has propuesto a lo largo de tu vida. Por ello, se podría considerar un aspecto positivo, ya que la autoexigencia impulsa a conseguir determinadas cosas en la vida de cada uno, ya sea en el ámbito social, académico o laboral, entre otros. Así es que las personas que funcionan a través del perfeccionismo se marcan a sí mismos objetivos desafiantes, tienen una buena expectativa de autoeficacia, tienen facilidad para la planificación y la organización, y son capaces de disfrutar y concentrarse en su trabajo.
¿Qué consecuencias tiene ser una persona demasiado perfeccionista y autoexigente?
Uno se puede llegar a sentir sobrepasado por la presión de hacer todo de manera perfecta, de dar el máximo potencial y de estar siempre a la altura, todo ello condicionado por una elevada exigencia, sintiéndose así sobrepasados más fácilmente. Por una parte, es conocedor de que las personas perfeccionistas y autoexigentes tienden a tener dificultades para delegar, disminuyendo así su productividad en el trabajo y creando un ambiente de desconfianza en el equipo, causado por las críticas y la insatisfacción constante. Por otra parte, estas personas se caracterizan por pensar de forma dicotómica, es decir, contemplando únicamente dos alternativas que son totalmente opuestas y excluyentes entre sí; “todo o nada”. Se le suma a esto aspectos como la rigidez mental que las personas autoexigentes suelen presentar, que tiene consecuencias tanto emocionales como sociales, como por ejemplo la dificultad de adaptación, imposibilidad de aprender de los errores propios e incluso pérdida de amistades en consecuencia de ser exigentes no solo consigo mismas sino también con los demás. Por último, cabe mencionar también los aspectos negativos en cuánto a la salud física se refiere, desde la aparición de posibles trastornos mentales, como la depresión y la ansiedad, hasta problemas digestivos.
¿Qué hay detrás de una personalidad perfeccionista y autoexigente?
En términos generales, esta personalidad suele desarrollarse en la infancia, como respuesta a un clima con tendencia a la crítica, negativo, exigente, controlador y autoritario. En consecuencia, se desarrolla un sentido de la hipersensibilidad y una búsqueda incesante por la perfección, rozando un nivel patológico. Todo ello con la finalidad de agradar al entorno en el que está creciendo, ya sea para evitar el rechazo, el castigo, la humillación o como una búsqueda de reconocimiento. El trasfondo de la personalidad perfeccionista y autoexigente es una autopercepción negativa, ligada a una baja autoestima que trata de modificar su mundo externo en un intento de enmendar los defectos percibidos en su interior.
En suma, los altos niveles de exigencia y el perfeccionismo como característica de la personalidad son como un arma de doble filo; puede ser efectivo pero contraproducente a su vez. Una persona con estas cualidades tiende a ser muy trabajadora, ambiciosa, y exitosa. Asimismo, se imponen altos estándares de rendimiento, disciplina y deseos de superación, todo ello por la búsqueda de un alto grado de productividad y desenvolvimiento. No obstante, las personas sensibles a una necesidad demandante de ser perfectos y preocupados por satisfacer los requerimientos propios y de terceros, pueden ser sensibles a padecer tensiones, sensación de estrés, sentimientos de culpabilidad, enfado, vergüenza o nerviosismo. Esto, en consecuencia, puede generar un autoconcepto general más negativo y una visión con tendencia pesimista de la vida. Encontrar el punto medio entre la búsqueda del perfeccionismo y el autoreconocimiento es una tarea difícil de alcanzar, pero la verdadera clave de una buena autoestima y, por tanto, bienestar personal.
Recomendaciones y sugerencias para personas con personalidades perfeccionistas y autoexigentes
Para aquellos con tendencias perfeccionistas y una alta autoexigencia, es esencial encontrar un equilibrio entre la búsqueda de la excelencia y el cuidado de su bienestar emocional. Reconocer y aceptar que la perfección absoluta es una quimera y que los errores son simplemente parte integral del proceso de aprendizaje y crecimiento es el primer paso crucial. Al establecer metas realistas y alcanzables, se puede reducir la presión autoimpuesta y permitir un espacio para el progreso gradual. Practicar la autocompasión y aprender a celebrar los logros, incluso los más pequeños, es fundamental para contrarrestar la autoexigencia desmedida. Cultivar una mentalidad de aceptación y gratitud hacia uno mismo puede contribuir enormemente a este proceso.
Además, buscar apoyo en amigos, familiares o profesionales de la salud mental puede proporcionar una perspectiva externa valiosa y herramientas prácticas para gestionar el perfeccionismo de manera saludable. A veces, hablar con alguien que entienda los desafíos específicos asociados con el perfeccionismo puede ser enormemente reconfortante y edificante. Aprender a delegar tareas y confiar en los demás también puede ayudar a aliviar la carga autoimpuesta. En última instancia, recordar que el valor personal no está determinado por la perfección de los resultados, sino por el esfuerzo, la perseverancia y la capacidad de aprender y crecer a partir de los desafíos esenciales para cultivar una vida plena y satisfactoria.
Carlota Redondo Goikouria
Psicóloga
Referencias
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