“El sobrepeso es un riesgo importante para las personas infectadas con el nuevo coronavirus”, comenta el profesor Jean-François Delfraissy, quien dirige el consejo científico que asesora al gobierno de Francia sobre la epidemia.
La obesidad es un factor de riesgo, incluso para los más jóvenes, ya que aumenta el riesgo de muerte. Se suma a los factores de riesgo ya conocidos, como enfermedades cardio-respiratorias previas, enfermedades inmunosupresoras y la diabetes, entre otras.
¿Por qué la obesidad es un factor de riesgo?
La obesidad suele venir acompañada de enfermedad de las arterias, que nutren al corazón (cardiopatía isquémica), así como de un aumento de la presión arterial (cardiopatía hipertensiva).
Los pacientes con cardiopatía isquémica e hipertensiva tienen mayor riesgo de complicaciones cardíacas durante una infección por coronavirus, pudiendo aparecer arritmias e insuficiencia cardíaca.
A su vez, la obesidad abdominal eleva el diafragma (principal músculo respiratorio), provocando que el pulmón tenga menor capacidad para expandirse, limitando así la ventilación pulmonar y favoreciendo la insuficiencia respiratoria restrictiva. El colapso de las zonas más bajas del pulmón, provocado por la obesidad, sumado a la inflamación del pulmón que produce la infección vírica, favorece la aparición de insuficiencia respiratoria.
Por otra parte, la obesidad se asocia frecuentemente con la apnea del sueño, responsable de que se obstruya la vía aérea durante el sueño profundo y caiga el nivel de oxígeno en sangre, provocando insuficiencia respiratoria intermitente. Si a la apnea del sueño le añadimos la insuficiencia respiratoria provocada por el coronavirus, los efectos perjudiciales sobre el sistema respiratorio aumentan.
Así mismo, las personas con obesidad tienen un estado inflamatorio crónico y una alteración del sistema inmune, generando así en el cuerpo un estado crónico de esfuerzo por proteger y reparar el estado de inflamación. Este esfuerzo requiere de energía, por lo que disminuye la fuente energética disponible en el cuerpo para luchar contra la infección del coronavirus.
Oportunidad para crear hábitos más saludables
Es un buen momento para tomar la decisión de comenzar un plan de acción para reducir esos kilos de más.
Hay tres bloques importantes de los que vamos a hablar: la alimentación, el ejercicio físico y el descanso (tanto mental como físico).
Alimentación: Evitar la alimentación rápida, calórica y poco nutritiva. Se puede aprovechar la oportunidad de estar en casa y tener más tiempo para cocinar comida natural y saludable.
Mantener un orden en los horarios, hacer de tres a cinco comidas diarias, evitar el picoteo y evitar, principalmente, utilizar la comida como estímulo frente al aburrimiento o como forma de gestionar las emociones desagradables que puedan aparecer.
Es importante adecuar nuestra alimentación a nuestra actividad física diaria, tanto en el número de ingestas como en la cantidad de alimento de cada una de ellas.
Realizar un desayuno abundante, con hidratos complejos, grasas insaturadas, proteínas y fibra, nos aportará la energía necesaria para estar activos el resto de la mañana.
Tomar un segundo desayuno a base de fruta fresca (nunca exprimida) nos ayudará a reducir la cantidad de alimento en la siguiente comida.
Reducir el aporte de hidratos y grasas, así como las cantidades, a medida que avanza el día es una buena manera de equilibrar nuestra alimentación.
Es recomendable realizar cenas ligeras al menos dos horas antes de acostarse.
Hidratarse correctamente a lo largo del día bebiendo agua e infusiones nos ayudará a depurar el organismo.
Ejercicio físico: Pese a las dificultades de espacio que se puedan tener, se puede ser ingenioso y crear espacios adecuados para establecer una rutina de ejercicios. Hay una gran variedad de vídeos en YouTube que enseñan y guían para poder realizar ejercicio en casa. Evitar el sedentarismo es una de las claves fundamentales en la pérdida de peso.
Para favorecer la pérdida de peso, es importante no centrarse sólo en la actividad aeróbica. Ejercitarse con rutinas de alta intensidad, como el HIIT, y entrenar ejercicios de fuerza con autocarga, es la mejor manera de perder grasa, conservando la masa muscular.
Cuanto mejor sea nuestro balance entre la masa magra (masa muscular) y masa grasa, más intensidad, mejor metabolismo basal y más gasto calórico desarrollaremos.
Dormir suficiente: Cuando hablamos de descanso físico, nos referimos a una buena cantidad y calidad de sueño. Dormir poco puede provocar un desequilibrio en el balance energético del cuerpo, generando alteraciones metabólicas.
Hay diversos estudios1 que muestran que las personas que habitualmente duermen poco tienen mayor tendencia a acumular grasa. Si se duerme poco, la predisposición será a comer más y moverse menos.
Otro aspecto a tener en cuenta es que dormir poco favorece que los niveles de glucosa en sangre se eleven, aumentando la probabilidad de desarrollar diabetes.
Teniendo en cuenta que el cuerpo recupera su energía principalmente de dos maneras, comiendo y durmiendo, es de esperar que la carencia de sueño provoque un aumento en la necesidad de ingesta.
Hoy puede ser el primer día de un gran cambio en tu vida. Hazlo por ti, por tu salud, por tu vida.
Autores: Pablo Rubinstein, Alfonso Portones, Adriana Rubinstein
Referencias:
(1) MANFRED HALLSCHMID Y JAN BORN: Revista Mente y Cerebro. Nº 57, año 2012. Pág. 40-45.
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