Encontrando el flujo: La clave para una vida plena y significativa
Por David Sánchez Borda
En psicología existe un concepto particularmente interesante que ha capturado la atención de académicos, artistas y atletas por igual: el estado de flujo. Esta idea, desarrollada por el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi, ofrece una ventana hacia una forma de experiencia tan absorbente y gratificante que aquellos que la experimentan, aunque sea brevemente, describen estos momentos como los más ricos y llenos de significado de sus vidas.
El estado de flujo se caracteriza por una inmersión total en la actividad que se está realizando, una conexión tan intensa que el resto del mundo parece desaparecer. En este estado, la conciencia de uno mismo se desvanece y el tiempo se distorsiona; las horas pueden sentirse como minutos. Este fenómeno no es solo una curiosidad psicológica; tiene implicaciones profundas para entender cómo logramos nuestros momentos más productivos y creativos.
Para entrar en el estado de flujo, varios factores deben converger. El primero es tener una tarea clara que requiere nuestra atención y habilidades. No es suficiente con hacer algo rutinario o demasiado fácil; la actividad debe desafiarnos, pero de manera alcanzable, manteniendo un delicado equilibrio entre nuestras capacidades y el desafío presentado.
Por ejemplo, un músico tocando una pieza compleja pero familiar está constantemente ajustando su ejecución, sumergido en la música, respondiendo a la retroalimentación instantánea de cada nota que suena. Esta retroalimentación es el segundo elemento crucial para el flujo. Nos permite ajustar y mejorar en tiempo real, creando un ciclo de acción y reacción que mantiene nuestra atención completamente fijada en la tarea.
El tercer factor es el equilibrio entre habilidad y desafío. Si la tarea es demasiado fácil, caemos en la monotonía; si es demasiado difícil, en la ansiedad. El flujo ocurre en ese punto medio donde nos sentimos desafiados, pero competentes, donde cada paso, cada palabra o cada pincelada se siente a la vez espontánea y precisamente adecuada.
Esta experiencia transforma nuestra percepción del esfuerzo. Lo que podría ser visto desde fuera como un trabajo duro o incluso extenuante, se vive internamente como algo fluido y natural. En el flujo, no nos forzamos a seguir adelante; somos llevados por la actividad misma, como un río que nos lleva en su corriente.
El estado de flujo también sugiere por qué algunas de nuestras mejores ideas y nuestros mayores momentos de felicidad surgen cuando estamos completamente inmersos en lo que hacemos. No es la distracción, sino la profunda concentración lo que abre las puertas a la creatividad y el disfrute. Esta es una lección vital en un mundo donde la multitarea y las interrupciones constantes son la norma. El flujo nos enseña que, para ser verdaderamente productivos y satisfechos, necesitamos sumergirnos por completo en una tarea a la vez.
Este enfoque no solo mejora nuestra eficacia, sino también nuestro bienestar. Los estudios muestran que las personas que experimentan el flujo regularmente tienden a ser más felices y satisfechas con sus vidas. Esto se debe a que el flujo proporciona un sentido de progreso y competencia, elementos clave para la felicidad según la psicología positiva.
Lo interesante del flujo es que no es un estado reservado para actividades extraordinarias o grandes logros. Puede ser alcanzado en las tareas diarias, en el trabajo o en el ocio, siempre que estas actividades sean desafiantes y comprometan nuestras habilidades. Encontrar el flujo en casi cualquier cosa que hagamos es lo que Csíkszentmihályi denomina la «experiencia autotélica», término que describe las actividades que realizamos no por alguna recompensa externa, sino simplemente por la satisfacción que la propia acción nos proporciona. El elemento clave de una experiencia óptima es que tiene un fin en sí misma. Esta experiencia es la esencia de la personalidad autotélica, donde las personas encuentran motivación intrínseca en las tareas y disfrutan profundamente del proceso, más allá de los resultados o reconocimientos externos. Estas personas tienden a tener una mayor capacidad para encontrar significado en la vida diaria y pueden transformar tareas mundanas en momentos de goce y aprendizaje. Esto significa que podemos diseñar nuestras vidas de tal manera que el flujo sea más accesible, eligiendo tareas y hobbies que nos empujen a crecer y que estén alineados con nuestras capacidades o aprendiendo a cultivar y disfrutar de experiencias autotélicas.
El estado de flujo representa un pico de experiencia humana, un ideal en el que nuestra acción y conciencia se funden en una unidad perfecta. Cultivar este estado no solo hace nuestras tareas más agradables y nos hace más productivos, sino que también enriquece nuestra vida, dándonos momentos de profunda satisfacción y alegría. En un mundo que valora la eficiencia y la felicidad, entender y buscar el flujo podría ser la clave para vivir una vida plena y significativa.
David Sánchez Borda
Psicólogo
Referencias:
Csíkszentmihályi, M. (1990). _Fluir (Flow): Una psicología de la felicidad_. Madrid: Kairós.
Nakamura, J., & Csikszentmihalyi, M. (2009). Flow theory and research. _Handbook of positive psychology_, _195_, 206.
Peifer, C., & Engeser, S. (Eds.). (2021). _Advances in flow research_. Cham: Springer International Publishing.
Csikszentmihalyi, M., Abuhamdeh, S., & Nakamura, J. (2005). Flow. _Handbook of competence and motivation_, 598-608.
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