Psicología del perdón y su impacto en la salud mental
Por Alicia Martín Blasco
El perdón ha sido tema de estudio y de interés para ramas como la filosofía y la religión a lo largo de la historia. Pero en las últimas décadas ha comenzado a tomar relevancia en el mundo de la psicología. Se ha descubierto su utilidad como herramienta de sanación emocional y bienestar psicológico.
¿Qué es el perdón?
El perdón puede definirse, desde la psicología, como el proceso voluntario de dejar de lado los sentimientos de resentimiento o de rencor hacia una persona que ha cometido una ofensa, y puede incluir la decisión de mostrar una actitud más compasiva hacia dicha persona. En la reconciliación haría falta la participación de ambas partes, pero el perdón es algo individual y personal.
El impacto del perdón en la salud mental
Las personas que practican el perdón muestran niveles más bajos de estrés y de síntomas depresivos. Esto se debe a que el resentimiento y la rumiación (proceso de pensar repetitivamente en la ofensa) pueden generar estrés y ansiedad. Una vez la persona deja de pensar en la ofensa, los niveles de cortisol, hormona del estrés, se reducen. Gracias al perdón somos capaces de romper los ciclos obsesivos relacionados con el daño que sentimos haber sufrido.
El perdón, de este modo, nos ayuda a reemplazar emociones de rencor y enfado por otras de compasión y empatía, promoviendo una mayor estabilidad emocional.
El perdón en las relaciones interpersonales
Perdonar no siempre implica olvidar el daño que nos han causado, pero sí ofrece una aguda oportunidad para restaurar la confianza en la otra persona. Por ello, las relaciones en las que se practica el perdón tienden a ser más resilientes y satisfactorias.
Una de las herramientas en aprendizaje y entrenamiento del perdón es la reestructuración cognitiva, que consta de los siguientes pasos:
- Detectar los pensamientos automáticos negativos: estos pensamientos provocan malestar emocional de forma intensa sin un fondo racional, provocando que generemos falsas creencias.
- Confrontar los pensamientos irracionales: Una vez identificados, se cuestiona y se busca reemplazarlos por otros más realistas.
- Desarrollar creencias más sanas: reconstruyendo individualmente los pensamientos negativos, vamos construyendo creencias más funcionales y constructivas, como por ejemplo «perdonar no es justificar el daño».
El auto-perdón
Hay personas que se aferran al autorreproche y a la culpa. Estos ciclos de pensamientos negativos llevan a que la persona no se sienta merecedora del perdón, generando barreras que impiden su sanación.
El auto-perdón no implica ignorar o pasar por alto los fallos cometidos, sino afrontarlos desde una mirada más compasiva, entendiendo que los errores son inevitables y forman parte de la naturaleza humana.
Este proceso consta de tres pasos:
- Responsabilidad y aceptación: reconocer el error, asumiendo la responsabilidad, pero entendiendo que es parte del aprendizaje y no una muestra de una incapacidad permanente.
- Empatía hacia uno mismo: optando por una mirada más amable y comprensiva.
- Reparación y liberación: no siempre se pueden corregir los errores, pero en la medida de lo posible, realizar acciones que demuestren aprendizaje. Permitirse liberarse de la carga de la culpa.
Conclusión
El perdón es una herramienta útil para reducir el estrés, la ansiedad y la sensación de insatisfacción con la vida. Es importante perdonar a los demás y a uno mismo, y entender que todos somos capaces de aprender a perdonar.
Alicia Martín Blasco
Psicóloga
Referencias:
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