La Importancia de la Educación Emocional en las Aulas
Por Enrique Rubio
La inteligencia emocional constituye un nuevo constructo que ha cambiado no solo la forma de entender la inteligencia sino también la de relacionarnos.
“La inteligencia emocional incluye la habilidad para percibir con precisión, valorar y expresar emoción; la habilidad de acceder y/o generar sentimientos cuando facilitan pensamientos; la habilidad de comprender la emoción y el conocimiento emocional; y la habilidad para regular las emociones para promover crecimiento emocional e intelectual”. (Mayer y Salovey, 1997)
Desde su nacimiento, las aplicaciones de la inteligencia emocional han sido muy diversas. Se ha utilizado el entrenamiento en estrategias de inteligencia emocional para mejorar la respuesta terapéutica de algunas técnicas psicológicas, pero donde han demostrado ser de una incuestionable eficacia ha sido en el ámbito educativo. En las últimas décadas, se han llevado a cabo programas de entrenamiento en inteligencia emocional para mejorar el rendimiento académico de los jóvenes, su comportamiento en las aulas, fomentar valores como el altruismo y las fortalezas del carácter.
A lo largo de este trabajo se va a llevar a cabo el análisis de la eficacia de los programas de inteligencia emocional en las aulas con relación al comportamiento violento de los alumnos.
¿Qué es la violencia escolar?
Por violencia escolar entenderemos un comportamiento coercitivo, que tiene la intención de dominar y ejercer control sobre otro sujeto (del ámbito escolar) y que se da en un contexto interpersonal, pudiendo producir daño físico, psicológico o afectar el ámbito social (Costa, 1998).
Entendemos la Violencia Escolar como un fenómeno ligado a patrones culturales, que por su frecuencia y cotidianeidad aparece como natural en la vida de los jóvenes. Se reconoce del mismo modo que la violencia en la escuela juega un papel instrumental a la hora de resolver diferencias y que pasa a ser parte de la identidad de algunos jóvenes, brindándoles mayores estatus y reconocimiento entre sus pares. En ningún caso percibimos la violencia como intrínseca a los individuos y predeterminada estructuralmente.
La conducta violenta en los niños es una clara señal de que necesitan ayuda para gestionar sus emociones, por tanto, si mejoramos la capacidad de los niños de gestionar sus emociones, disminuirán las conductas violentas.
El impacto de la educación emocional :
Educar emocionalmente supone corroborar las emociones, empatizar con los demás, reconocer y mencionar las emociones que se están sintiendo, establecer límites, ofrecer modelos adecuados de expresión y de socialización, amarse y aceptarse a uno mismo, respetar a los demás y sugerir estrategias para solucionar conflictos (Cinta y Valencia, 2017).
La importancia de desarrollar programas durante la educación infantil radica en que es justamente durante esta etapa cuando los niños son más vulnerables a adquirir diferentes conceptos que influyan positivamente en el desarrollo de su personalidad.
El lugar más adecuado para trabajar la inteligencia emocional es la escuela porque dentro de ella los alumnos controlan de forma más perspicaz los sentimientos, perfeccionan las habilidades sociales y afrontan los problemas de forma pacífica y no de manera violenta, etc. (Cinta y Valencia, 2017).
¿Qué nos demuestra la evidencia científica?
La categorización conceptual más admitida en IE distingue entre modelos mixtos y modelos de habilidad basados en el procesamiento de la información (Mayer, Salovey y Caruso, 2000). El modelo mixto es una visión muy amplia que concibe la IE como un compendio de rasgos estables de personalidad, competencias socio-emocionales, aspectos motivacionales y diversas habilidades cognitivas (Boyatzis, Goleman y Rhee, 2000). El modelo de habilidad propone una visión de la IE centrada en el procesamiento de la información emocional que unifica las emociones y el razonamiento, permitiendo utilizar nuestras emociones para facilitar un razonamiento más efectivo y pensar de forma más inteligente sobre nuestra vida emocional (Mayer y Salovey, 1997).
Al contrario de los modelos mixtos, los autores defienden que los modelos de habilidad proponen que la IE es independiente de los rasgos estables de personalidad (Grewal y Salovey 2005).
La revisión más reciente sobre cuál es el impacto de los programas de mejora emocional en las escuelas se centra en este segundo modelo descrito por Taylor (2017). Este nos habla de un metaanálisis acerca de los efectos de las intervenciones en el colegio, las cuales están basadas tanto en un aprendizaje social además de emocional que promueven un desarrollo positivo en los jóvenes.
Este metaanálisis contiene datos de resultados de 356 informes de investigación que resumen los efectos a corto y largo plazo para cientos de miles de estudiantes en una variedad de programas SEL (”Social y Emocional Learning,”).
Los resultados de la investigación concluyeron que los sujetos que habían participado en los diversos programas de intervención obtuvieron beneficios estadísticamente significativos en la adquisición de habilidades sociales y emocionales, en indicadores de actitudes positivas y negativas de bienestar, comportamiento social positivo, éxito académico, disminución de conductas violentas, disminución de angustia emocional y disminución del abuso de drogas. (Taylor et al., 2017)
Conclusiones
Dada la sólida justificación teórica de los programas de habilidad, así como el impulso en la investigación y la práctica, la promoción de los mismos sirve para anunciar que los programas de inteligencia emocional previenen las conductas problemáticas de los jóvenes y fomentan conductas positivas.
Por lo tanto, los resultados de este tipo de estudios simplemente sugieren el potencial de este tipo de programas, pero se necesitan con urgencia las réplicas de estos hallazgos por parte de otros grupos de investigación con muestras con mayor diversidad étnica y cultural en una variedad de ubicaciones geográficas.
Enrique Rubio
Psicólogo
Referencias:
- Mayer, J. D., & Salovey, P. (1997). What is emotional intelligence. Emotional development and emotional intelligence. New York: Basic Boks, 1, 3-31.
- Mayer, J. D., Caruso, D. R., & Salovey, P. (2000). Selecting a measure of emotional intelligence: The case for ability scales.
- Gómez, M. C. A., & Valencia, J. (2017). Estrategias para potenciar la inteligencia emocional en educación infantil: aplicación del modelo de Mayer y Salovey. Tendencias pedagógicas, (30), 175-190.
- Boyatzis, R., Goleman, D., & Rhee, K. (2000). Clustering competence in emotional intelligence: insights from the emotional competence inventory (ECI), Handbook of emotional intelligenc
- Sklad, M., Diekstra, R., Ritter, M., Ben, J., & Gravesteijn, C. (2012). Effectiveness of school-based universal social, emotional, and behavioral programs. Do they enhance students’ development in the area of skill, behavior, and adjustment? Psychology and Schools, 4 (49), 892-909.
- Taylor, R., Oberle, E., Durlak, J.A., y Weissberg, R.P. (2017). Promoting positive youth development through school-based social and emotional learning interventions: A meta-analysis of follow-up effects. Child Development, 3 (88), 1156–1171.
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